31/5/09

Harta de chorradas

Se puede conocer a alguien sólo con una mirada, con una reacción o un mal gesto en un momento inesperado. El absurdo caracteriza a lo irracional y cuando lo tenemos delante no sabemos si reír o llorar. Pensamos una y otra vez si el momento feliz llegará o nunca tendremos ocasión de volver a disfrutarlo, porque hay días, a veces demasiados, que la melancolía te recorre la espalda de una punta a otra hasta que, finalmente, consigue tensar tu cuello e impedirte mirar hacia otro lado. Y la felicidad se aleja sin remedio.
Una, dos, tres y hasta veinte veces si hace falta te repites que eres tonta, que no tienes que pensar en las estupideces sobre tu futuro, tu previsible inestabilidad e incluso tu vida sentimental. Te sientas en el sofá a ver Sexo en Nueva York completamente amargada, cucharilla de helado en la mano y tarrina gigante de chocolate cookies terminada: a este paso no vas a caber por la puerta. El moño bien sujeto, para poder llorar sin empaparnos los mechones sueltos y el móvil apagado, que el jodido estrés por saber si alguien nos llama (nunca llama nadie, claro) potencia el mal humor demasiado.

Y todo porque alguien nos dice una cosa (estúpida) que, nosotras mismas, dejamos que condicione nuestro estado emocional.

Basta ya, joder.

1 cosita(s) que decir:

PABLO dijo...

Ojalá pudiéramos desterrar la inquietud de este mundo. No poder conocer el mañana y ser sensibles nos lo imposibilitan. Nos exige un esfuerzo sobrehumano para poder permanecer erguidos porque la inquietud hace flojear las piernas. Pero sabes? en el fondo, al final, todo tiene solución. Lo peor es que para transmitirte esta idea y hacértela llegar al corazón tendría que recurrir a tópicos. Y me niego en redondo tener que recurrir a ellos. Ojalá supiera el modo de decirte de la forma más simple y menos concurrida que sigues sin darte cuenta un camino que te llevará a vivir sentimientos muy felices, sonrisas, cosas buenas en definitiva. La cuestión no es el qué, sino el cómo y el cuándo. Ojalá pudiera decirte "tranquila carla, no te preocupes", sin parecer estúpido, arrogante, plano e insensible, sin parecer presuntuoso por parecer saber que sé cómo te sientes, cuando tú y sólo tú sabes cómo te sientes. Pero realmente es lo que me gustaría decirte.