19/10/08

Un día, en noviembre

Levantó de su trono y quiso fijar la mirada en lo que le rodeaba. Gente que no conocía, ni quería. Apenas le importaba. Pero la vida seguía. Tenía que continuar. Y pensando en lo que haría en ese momento, descubrió su verdadera identidad y salió de su escondite, notando las miradas fijas en su nuca, como si éstas quisieran acuchillarla en cualquier instante.

Era una mujer ejemplar que jamás había tenido que sufrir injusticias. Tal vez porque ella misma supo guiarse, o tal vez no. A lo mejor, simplemente, su destino no había sido sufrir. Ella siempre había gozado de la más inimaginable libertad y pudo convivir con personas adorables. De verdad lo eran.

Pero toda historia alegre tiene su trágico final. Siempre ocurre, no se puede evitar. Y quitarse esa venda no fue la mejor elección. Ahora es cuando se da cuenta y desea volver a ese segundo, en aquel bar, en Alonso Martínez, en su querida Madrid. Un día lluvioso del mes de noviembre, cargado de humo de tabaco barato y de aromas propios de cualquier botella de ron.

2 cosita(s) que decir:

Anónimo dijo...

second chapter please!!

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Por lo que pienso, siempre es mejor tener la venda quitada, eso sí, hay que ser capaz de aguantar y entender lo que se va a ver...