30/6/08

Una charla rara

A menudo creemos que ciertos atributos de las personas son lo suficientemente importantes como para aferrarnos a ellas o, por el contrario, huir atormentadamente. Pensamos que si alguien no es como nosotros o más bien no opina a nuestra imagen y semejanza, jamás podremos entablar una amistad con esa persona.

Ayer me ocurrió algo que no había tenido la oportunidad de presenciar en toda mi vida. Un espectáculo para mí, en el buen sentido (es decir, que me sorprendió, pero no para mal) y vía Internet, más concretamente en el querido messenger, que tantas conversaciones registra a lo largo de nuestras vidas. Puede que sea una tontería y que le dé demasiada importancia, pero el caso es que no supe cómo reaccionar.

La charla comenzaba apaciblemente, en tono animado y sobre el partido que ya se estaba jugando. Palabras, sonrisas y un ambiente amigable y entretenido. Pronto la cosa cambió. No sé cómo salió el tema, pero empezamos a hablar de política y claro, ya se sabe, es un tema complicado de tratar; nunca sabes si opinar o callar para evitar la posible "disputa".

Mi interlocutora pronto pensó que quería averiguar cuál era su inclinación ideológica y así saber si me caía bien o mal. Realmente no entendí tal reacción, pues no creo que se deba valorar a nadie por sus opiniones, siempre y cuando no sean irrespetuosas ni hagan apología de la violencia o similares.

A lo mejor algún día nuestro DNI indica a quién dirigimos nuestro voto.

En fin, me dejó un poco estupefacta la situación. Tengo que aprender a reaccionar mejor, está claro.





Ay, qué cosas pasan...

2 cosita(s) que decir:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

aiii la gente y sus prejuicios políticos... me recuerda a cierta profesora....

iketius@hotmail.com dijo...

Jaja.
Qué susceptible eres
:D